Una indígena de los cincuenta.


Esta preciosidad de color me fue confiada este verano.  Una amiga me preguntó si conocía algún restaurador o alguien que arreglara muñecas antiguas. Me contó que tenía una muñeca muy especial. Por lo visto era de su exsuegra. La señora al parecer tenía la muñeca desde niña y cuando enfermó estando ya en el hospital esperando el final. Mandó buscar la muñeca y le hizo prometer a ella,  que la guardaría para cuando su hija se hiciera mayor entregársela entonces diciendo que era de su abuela. Por lo visto la mujer le tenía mucho cariño a la muñeca.

Ella ya sabía de mi gusto por las muñecas antiguas. Entonces le pregunté a mi amiga de qué era la muñeca. Esperando algún tipo de muñeca de cartón piedra o algún material anterior al plástico o vinilo.
Me dijo que no lo sabía pero que me la podía enseñar por si yo lo averiguaba. 

Mientras la buscaba en los altillos del armario. Me dijo que estaba muy sucia y que la ropa se había puesto muy fea de color.  Sacó una bolsa de plástico y dentro había otra bolsa de terciopelo negro bien liada con la muñeca protegida entre las gruesas vueltas de la tela. Al abrirla me enamoré.

Estaba muy bien conservada. Le hice un primer análisis cogiéndola en mis manos. La ropa se podría adecentar con paciencia. De hecho tuve que tener mucho tiempo en remojo y lavar con diferentes productos. Incluso le apliqué luz de rayos UV con la lámpara de las uñas para aclarar las manchas de las mangas.  Ya que el material de los brazos se había reblandecida por las axilas y se había incrustado en la ropa.


Al tocarla no tenía claro de que estaba hecha. El cuerpo y las piernas parecía plástico. Pero no lo era. Era un material algo más flexible y muy frágil. Daba la sensación de ser como un papel plastificado que se achataría si se cogía demasiado fuerte porque estaba huecos. Los brazos eran macizos, parecido a la goma. Y la cabeza era pesada en comparación al cuerpo y rígida. Con pelo insertado natural. Su tacto era una maravilla pese a que estaba bastante sucio.  

Le dije a mi a mi amiga que yo no era restauradora. Que arreglaba muñecas rotas por hobby. Pero que si quería me la podía llevar y mirarla en casa tranquila y ver qué podía hacer. Eso sí... no le garantizaba nada, tampoco le haría nada a suerte y verdad sin información. Mi intención era asearla y adecentarla y si tenía algún otro problema más allá del aseo, buscar a alguien entendido de la materia. 


Tenía pinchazos en el abdomen, espalda y pies. Por lo que deduje que había tenido puesto otro vestido. Mi amiga no supo dar encarte de ello. Sólo dijo que como yo consiguiera dejar el traje, así se quedaría. Lo único que recordaba era que una hermana de su exsuegra era quien le había realizado el conjunto. Aunque no estaba terminado. Después de conseguir quitar todas las manchas y aclararlo, le cosí unos broches a la camisa y a la falda un lazo con el cual atarla. Le hice unas sandalias de crochet un poco rústicas, para que la disparidad no se diese con el vestuario, o al menos que se notase lo menos posible. A ella le encantó al verla, porque la tenía sin zapatos. 


Como el cabello natural era escaso y el material de la cabeza de alguna mezcla dura de plástico, que no sabía si podía mojar. Opté por lavar el pelo con mucho cuidado sin que el agua llegase al casco. Cuando estuvo seco, teñí con acrílico negro y un pincel poco a poco todo los huecos que se veían entre las filas de injertos. De ese modo cambió para bien la imagen de la cabeza, pues ya que no se veía clarear el casco. De hecho se ve que ya usaron esa técnica en algunas partes que estaban con pinceladas anteriores, no se si de fábrica o a posteriori.  

Me di cuenta que el color de la cara no estaba en el material, era una capa porque debajo estaba blanco. Tenía muchas picaduritas como la que se ve en la mejilla de la imagen de abajo. Y opté por untar con una gasita todo con un mejunje que tengo de crema y acrílico que preparé para igualar ese color. A las mejillas no le hice nada, de fábrica venían ya teñidas, para mi gusto demasiado exagerado y desigual, pero no me atreví a hacer nada con ellas y las dejé tal cual. 

Con una sobredosis de miedo, con lo que si me atreví fue con ese ojo derecho que sufría un estrabismo severo. Confieso que el tiempo requerido que necesité para realizar el enderezamiento lo hice rezando y con el culo apretado. Me daba pánico que al forzarlo se fuese a hundir o estallar. Porque ya en una ocasión cambiando el de una May de Famosa ese se quebró apenas sin esfuerzo. Y pensar que esta muñeca tenia al menos veinte años más, no me tranquilizaba nada, la verdad. 

Todo fue bien, el metal de la bola ocular estaba al descubierto por la zona del lagrimal y me resultó fácil usar ese lado de punto de apoyo con el destornillador plano de miniatura que tengo para estas cosas. En la última foto se puede ver la gran diferencia del antes y el después. Esta parte de la colocación de la mirada de las muñecas con ojos durmientes es muy importante hacerla bien. Porque le proporciona a la muñeca toda la magia de la mirada y le aporta su peculiaridad entre sus iguales. 


Todo el proceso de aseo lo tuve que hacer con el collar puesto. Fue algo que puntualizó mi amiga. Que hiciera lo necesario porque se quedase puesto pues se lo puso su exsuegra hecho por ella. Así que lo limpié como pude y ahí quedó tal cual. 

Cuando se la devolví quiso pagarme el trabajo y por supuesto me negué. Ya había cobrado por adelantado con lo mucho que disfruté trabajando en ella. Es una experiencia casi religiosa lo que se siente al tener en tus manos una parte de la historia de alguien y de un modo tan peculiar formar parte también de ello, es un privilegio singular. Al menos yo así lo sentí. 

Recuerdo preguntarme de quién sería aquel pelo natural tan negro y en qué circunstancias lo vendería su propietaria. Cuidar esa muñeca que me superaba en edad y adecentarla, pensar que ella ya era un útil para alguien mucho antes de nacer yo y que seguirá siéndolo para esa niña quizás cuando yo ya no esté. No sé... esas cosas que me pasan por el pensamiento son las que de verdad me dan esos instantes de satisfacción en esto de tener muñecas o de ayudar a otros a tener las suyas. 

Lo único que sentí mal fue que no conseguí saber que muñeca era. No tenía ningún tipo de marca de fabricación en ningún sitio. La repasé muy bien. Y aunque pregunté a mi amigo Chema por email, porque conoce a muchas chicas que coleccionan muñecas y pedí ayuda en mi perfil de Instagram, no conseguí encontrar más allá de un par de suposiciones que no me lo pudieron confirmar. Así que si alguien tiene alguna similar o puede compartir información, me gustaría que lo hiciera o bien por comentarios o por el formulario del blog 😉.

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