Las muñecas de Mento.

Al editar las fotografías para subirlas al blog inevitablemente recordé lo que mi amiga Olivia me comentó cuando restauré esta muñeca. Preguntó con ironía si a la gente no le daba vergüenza vender algo así. La verdad es que no. En este mercado del coleccionismo de muñecas la gente vende cualquier cosa como apta y a unos precios aberrantes.  Con mi presupuesto que no da más que para desechos o alguna ganga en las apps de segunda mano (que suelo revisar cada día por si veo alguna oportunidad) sobre todo de alguien despistado en la materia, que son los menos... un día terminé por curarme de espanto y de estupidez humana. Sobre todo cuando leo "en condiciones aceptables" como ponía en el anuncio de esta Lesly antes de ser mi Jane . O leo "en perfecto estado" y luego miras las fotos y tienen las piernas granadas o faltas. O le faltan dedos, o están mordidas... vamos que ves cada cosa que parece mentira.  Mi  Jane  traía cascado un ojo, ambos oxidados como se ven en l

Esta preciosidad de color me fue confiada este verano.  Una amiga me preguntó si conocía algún restaurador o alguien que arreglara muñecas antiguas. Me contó que tenía una muñeca muy especial. Por lo visto era de su exsuegra. La señora al parecer tenía la muñeca desde niña y cuando enfermó estando ya en el hospital esperando el final. Mandó buscar la muñeca y le hizo prometer a ella,  que la guardaría para cuando su hija se hiciera mayor entregársela entonces diciendo que era de su abuela. Por lo visto la mujer le tenía mucho cariño a la muñeca. Ella ya sabía de mi gusto por las muñecas antiguas. Entonces le pregunté a mi amiga de qué era la muñeca. Esperando algún tipo de muñeca de cartón piedra o algún material anterior al plástico o vinilo. Me dijo que no lo sabía pero que me la podía enseñar por si yo lo averiguaba.  Mientras la buscaba en los altillos del armario. Me dijo que estaba muy sucia y que la ropa se había puesto muy fea de color.  Sacó una bolsa de plástico y dentro habí

De la colección que ahora poseo, unas 50 muñecas de varias marcas, Lucy es la única comprada para mi. El resto son todas muñecas de segunda mano con algún desperfecto. Algunas, la verdad, que comprarlas fue un desafío porq ue estaban anunciadas como piezas para recambio. Pero a mi siempre me gustó arreglar objetos, restaurar y dar otras oportunidades a las cosas viejas.  No me considero una coleccionista a lo usual. De hecho me canso enseguida de tener cosas y hace muchos años que atesorar cosas materiales, quedó obsoleto para mi. Enseguida me sobra todo y no necesito nada, he perdido, en parte, esa ilusión de poseer cosas. Ya no siento ese placer, que pienso indispensable, en aquellas personas que como hobby atesoran colecciones. Para ser honesta y aunque suene raro decirlo, a mi lo que me gusta es jugar con las muñecas. Y la verdad es que poco ha cambiado mi modo de hacerlo desde niña a ahora. Porque lo que me gusta es customizarlas, hacerles ropa, complementos y por supuesto (y pes

Con Eva comenzó toda esta historia. Llevaba dando vueltas a la idea bastante tiempo. Quería una Lesly. Por alguna extraña razón, se repetían aquellos recuerdos de infancia con mi prima "Chica ", jugando los fines de semana en el dormitorio con nuestras Leslies. Lo pasábamos tan bien las dos con nuestras muñecas que no salíamos de aquel habitáculo de la casa.  La semana se hacía interminable hasta que por fin llegaba el viernes tarde. Entonces mi tío Antonio aparecía con el Seat 600 blanco en la puerta de casa. Mi prima traía su Lesly rubia color cerveza. El costurero con algunos retales de telas que juntaba con los míos y nos pasábamos las horas, sin contarlas, tiradas en el suelo de mi habitación haciendo de modistillas.  Recuerdo como mi madre, harta de reclamarnos para la cena, en más de una ocasión tuvo que dejarnos cenar allí mismo. Fui muy feliz en aquellos findes con mi prima jugando con nuestras muñecas y la sensación que me provocaba ese recuerdo de niña era un inc